Si alguien pensaba que ya no quedaban por ahí maquinitas de estas de chicles de toda la vida se equivocaba. Yo era una de ellas. Cuando la vi pensé que esos chicles llevarían ahí tanto tiempo que el súper chicle en cuestión sería algo tan duro como una bola de billar algo empequeñecida. Nada más lejos de la realidad. Es verdad que no son blanditos como estos nuevos de diseño pero se pueden masticar sin problemas. Puede sorprender quizá esta curiosa entrada chiclera de hoy -Maribel, si lo lees espero que me lo perdones :) - pero siempre tiene su punto encontrar cosas que han formado parte de nuestros paisajes infantiles y que ahora se van perdiendo... Nada un poco de 'retro-recuerdo' para empezar la semanita...
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